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Islandia (en islandés, Ísland, AFI: ['istlant]), también denominada República de Islandia (en islandés; Lýðveldið Ísland),[5][6][7] es un país insular europeo, cuyo territorio abarca la isla homónima y algunas pequeñas islas e islotes adyacentes en el océano Atlántico. Su capital es Reikiavik. Cuenta con una población de cerca de 366 425 habitantes y un área de 103 000 km².[1][8] A causa de su localización en la dorsal mesoatlántica, es un país con gran actividad volcánica y geológica, factor que afecta en gran medida al paisaje del territorio islandés. El interior del país consiste en una meseta caracterizada por desiertos, montañas, glaciares y ríos glaciales que fluyen hacia el mar a través de las tierras bajas. Gracias a los efectos de la corriente del Golfo, tiene un clima templado, en relación con su latitud, y provee un entorno habitable.
El primer asentamiento humano en Islandia data del año 874, cuando, de acuerdo con el Landnámabók o «Libro del asentamiento», el líder noruego Ingólfur Arnarson se convirtió en el primer colono permanente de la isla.[9][10] Otros navegantes, como el vikingo feroés Naddoddr, posible descubridor, visitaron la isla hacia el año 860 para pasar en ella el invierno. Sin embargo, nunca fundaron allí un asentamiento permanente.[11] A través de los siglos siguientes, grupos humanos de origen nórdico y gaélico se asentaron en Islandia. Hasta el siglo XX, la población islandesa dependía de la pesca y la agricultura. Desde 1262 a 1397, formó parte del reino de Noruega y, posteriormente, de Dinamarca. En el siglo XX, consiguió su independencia y la economía islandesa se desarrolló rápidamente, a pesar de su aislamiento del mundo debido a su ubicación geográfica.
Cuenta con una economía de mercado, con impuestos relativamente bajos, comparados con otros miembros de la OCDE,[12] manteniendo un Estado de bienestar que provee asistencia sanitaria universal y educación superior gratuita a sus ciudadanos.[13] Se convirtió en uno de los países más acaudalados, y en la actualidad es clasificado por la Organización de las Naciones Unidas como el cuarto país más desarrollado del mundo, además de ocupar el primer lugar en el índice de paz global.[14]
En el 2008, el sistema financiero islandés sufrió un colapso, lo que provocó una fuerte contracción económica y manifestaciones que llevaron a adelantar las elecciones parlamentarias, en las que Jóhanna Sigurðardóttir ganó el puesto de primera ministra.[15] Paralelamente, cobró importancia la conocida como Revolución islandesa, una serie de protestas y movimientos de organización ciudadana que, en conjunto con el nuevo gobierno, provocó el encausamiento del anterior primer ministro de Islandia durante la crisis, Geir Haarde,[16] dos referendos para decidir sobre el pago de la deuda externa de los bancos nacionales y un proceso ciudadano que desembocase en cambios en la Constitución que culminó en un borrador constitucional el 29 de julio de 2011, a debatirse en el Parlamento.[17] Desde entonces, la economía se ha recuperado significativamente, en gran parte debido a un aumento en el turismo.[18][19]
Islandia posee una sociedad desarrollada y tecnológicamente avanzada, cuya cultura está basada en la herencia nórdica. La mayor parte de la población es de origen celta y escandinavo. El idioma oficial es el islandés, una lengua germánica septentrional muy relacionada con el feroés y con los dialectos occidentales del noruego. La herencia cultural del país incluye su cocina tradicional, su arte y su literatura.[cita requerida]